Para que una actividad funcione, se debe disponer de todo el material necesario y prever las cantidades. Tiene que ser de su medida para que puedan manejarlo y utilizarlo fácilmente. También sería necesario que los adultos experimentáramos antes con los materiales que vamos a ofrecer, ya que así podemos sacarles más provecho, comprender las posibilidades, las características, y si hace falta, modificarlos si realmente no funcionan o no sirven para conseguir los objetivos propuestos.
Los materiales tienen que despertar la curiosidad y llamar la atención para que los niños se sientan atraídos y su experiencia sea más intensa y provechosa. Debemos presentarlos de forma ordenada, visible y accesible para que los pequeños puedan recrearse fácilmente y empiecen su exploración con ganas.
El propósito del material es despertar al máximo los sentidos de los pequeños.
- El tacto: forma, textura, peso y temperatura a través de la mano.
- El olor: variedad de olores.
- El gusto: probar nuevos sabores.
- El sonido: tintineo, percusión, fricción, crujido y ausencia de sonido.
- La vista: color, dimensiones, forma, luminosidad, brillo.
Para ello utilizaremos material natural no solo el que nos ofrece la naturaleza, sino cualquier objeto que forma parte de nuestras vidas y que puede ser herramienta de creatividad y juego como por ejemplo; utensilios de cocina, alimentos, materiales básicos de higiene, objetos recogidos de la naturaleza y otros elementos (cajas, linternas, ropa, etc).
Los juguetes de mercado ofrecen una gran gama de colores y otras cualidades pero provocan acciones limitadas. Son pobres en el juego y en la creatividad de los niños y niñas.
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